TRASTIENDA
El presidente Enrique Peña Nieto tomó viejas banderas del PRD y las hizo suyas en la Reforma Hacendaria. Seguro de desempleo, seguro para la tercera edad, seguro universal, amplitud en las becas estudiantiles, y que paguen más los que ganan más, fueron viejas propuestas de la izquierda incorporadas en una iniciativa que es más keynesiana que neoliberal. Además, se decidió no aumentar el IVA y mantener subsidios en medicinas, alimentos, transportes y libros. ¿Qué sucedió que cambió mucho de lo planeado? Dicen los que saben que detrás de todo está la desactivación de mayores problemas sociales, y que por eso el viernes pasado, con el regreso prematuro de San Petersburgo, se pensó que recargar la mano en los sectores menos beneficiados, tendrá que esperar para nueva ocasión.
La Reforma Hacendaria dejó muy contenta a la cúpula del PRD que regresó a Los Pinos, y hasta su representante en el Pacto por México, Jesús Ortega, bromeó con el Presidente Enrique Peña Nieto y le dio unas palmadas en el hombro. El PAN, enemigo de los subsidios, no tanto. Pero el sector privado, con nuevos impuestos al ingreso, utilidades, herencias y consolidación fiscal, para nada. Bastó escuchar la frialdad de los aplausos durante el mensaje presidencial, pese a que ofreció entrarle al rescate de la economía mediante un presupuesto que incluya un déficit de 1.5% para que el 2014 haga olvidar la pesadilla del 2013.
El procurador general Jesús Murillo Karam visitará Washington esta semana para un encuentro hace tiempo programado con el procurador Eric Holder. Pero que nadie se vaya con la finta porque lejos de estar molesto Holder con su colega por la liberación del ex jefe del Cártel de Guadajalara, Rafael Caro Quintero, le está agradecido por la forma como le pidió por teléfono la mañana de su liberación para que pidieran la extradición. Holder, dicen los que saben, tenía entendido que ya había una petición preventiva, pero no era así. Aunque se apresuraron a enviarla, cuando llegó la PGR al lugar donde tenían ubicado al narcotraficante en Guadalajara, la casa de su hijo, tenía poco de haberse ido.
Esperaba a 200 mil personas para atiborrar el Zócalo y arrancar su movilización nacional en contra de la Reforma Energética. Pero Andrés Manuel López Obrador, líder de la izquierda social, fue saboteado por otro sector de la izquierda, la de la disidencia magisterial, que lo hizo cambiar planes y pasar el trago amargo de haber convocado entre 35 mil y 50 mil personas al haberse negado a las peticiones para abrirle el Zócalo. Nada mala cifra es la que reunió, pero perdió impulso. Incluso, notaron en la izquierda, tuvo que diferir el arranque se su movilización para ampliar su protesta contra otras reformas económicas para ver si encuentra nuevos consensos.