RECUPERAR MICHOACÁN
Editorial EL UNIVERSAL
El miedo que ha ocasionado el crimen organizado en Michoacán está poniendo en riesgo la actividad económica de la entidad. Es quizá el efecto menos visible de la inseguridad y, sin embargo, es el que más duraderas consecuencias trae para sus habitantes. Sin alternativas de ingreso para la población no puede haber paz de largo plazo.
Cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) revelan que entre enero y noviembre de 2013 Michoacán registró una pérdida de mil 573 empleos formales, lo que la convierte en la única entidad del país con cifras negativas en dicho periodo. Entre enero y septiembre del mismo año la entidad reportó el ingreso de 82 millones de dólares por inversión extranjera directa, cifra muy lejana a los niveles históricos que captó en 2007, cuando el monto fue mil 590 millones.
Si bien las propias autoridades no vinculan directamente el declive económico con la violencia reciente, basta con recordar algunos episodios para hacer dicha asociación. Muy sonado fue, por ejemplo, cuando en 2012 fueron incendiados camiones de la compañía Sabritas, en un aparente acto de extorsión de los llamados Caballeros Templarios.
Si eventos tan graves como la extorsión y el robo ocurren contra empresas grandes —cuya voz es más fácilmente escuchada por los gobiernos— ha de suponerse que los pequeños y medianos empresarios están por completo indefensos.
No sólo es Michoacán el que pierde, sino el país en su conjunto. La Secretaría de Economía, en uno de sus documentos de promoción del estado, explica así el potencial económico (desperdiciado) —el cual, paradójicamente, lo hace también atractivo para los cárteles—: tiene “una ubicación estratégica que lo conecta con las principales ciudades del centro del país. A través del Puerto de Lázaro Cárdenas se vincula con los mercados del Pacífico Asiático y con el Pacífico de las Américas”.
Arrebatar a los criminales Michoacán será apenas el inicio de la salvación del estado. Recuperar la confianza de los ciudadanos y de los inversionistas requerirá de un largo tiempo en que las autoridades demuestren que la tranquilidad puede ser duradera.
Sólo entonces, cuando los michoacanos puedan trabajar sin temor, será que la estrategia podrá ser calificada de exitosa.