OTRA POLÍTICA INDÍGENA

06.09.2013 12:37

Editorial EL UNIVERSAL

Los grupos indígenas han sido, atávicamente, los olvidados de la nación; los que están en la miseria y los que suelen recibir la mayor cantidad de recursos de programas sociales que les ayudan a paliar su desgracia por unos momentos, pero no de manera estructural ni para siempre. Son carne de cañón electoral o para movilizaciones, pero no sujetos de su propia historia.

Sexenio a sexenio, los gobiernos suelen comprometerse a sacarlos de su postración, sin que a la larga tal propósito se vuelva realidad. El entusiasmo inicial de las promesas y la buena voluntad para ayudarlos se enfría conforme pasa el tiempo.

Por eso es importante que en esta ocasión el diagnóstico —y por lo tanto las medidas a implementar— sean diferentes. Ayudar a los indígenas ya no como un acto de condescendencia, sino un imperativo de justicia social del que saldríamos beneficiados todos los mexicanos. Recordemos que al menos uno de cada 10 habitantes de este país es indígena.

A decir de Nuvia Mayorga, titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), el presente gobierno federal hará a un lado las políticas asistencialistas para mejor apoyar proyectos productivos en municipios con marginación. Se hará, añade, una revisión de los 335 millones de pesos que se entregaban cada año, a través de los Fondos Regionales, a organizaciones campesinas, ya que se asignaban sólo por presiones de grupos radicales.

Es correcto pretender que los recursos ejercidos por esta dependencia sean escrupulosamente entregados y auditados, para verificar que lleguen a sus destinatarios y no se queden en manos de algunos líderes. También que haya un cruce de programas con la Cruzada Nacional contra el Hambre, para que el dinero sirva para levantar infraestructura y apoyar proyectos hidráulicos, y no quede todo nada más en la entrega aleatoria de despensas de alimentos.

En términos bíblicos la política sería, entonces no “dar pescado” sino “enseñar a pescar”. Suena bien en teoría. Habrá que tomar en cuenta, sin embargo, que la falta de oportunidades se da a muchos niveles: educativos, de transporte, de infraestructura hidráulica, de educación. En esas condiciones será un reto lograr consolidar actividades productivas autosustentables que vayan más allá de la clásica artesanía.

El cambio de estrategia en la política indígena es una buena idea. Requerirá de recursos, inventiva y perseverancia.